sábado, 25 de septiembre de 2010

Una Madrugá de Pasión (Parte IV)

(Advertencia: el presente texto puede herir la sensibilidad de algun lector, ya sea por el contenido claramente sexual como por la narración de ciertas actitudes que pueden ser blasfemas para ciertos sectores mas conservadores, si eres uno de ellos, no sigas leyendo, si lo eres y te ofendes, me eximo* de toda responsabilidad ya que lo he advertido.)

Una noche que había empezado de forma húmeda y que húmeda se estaba volviendo, sobre todo la parte baja de mi cuerpo. Yo seguía con esa sensación de congoja por no saber si era realidad o era un sueño e iba a acabar despertando en mi cama solo,  sudado y con una gran erección.

Anduvimos como ya dije durante un buen tiempo en el cual ya empecé a dejarme llevar y de vez en cuando empotraba mi cuerpo sobre el suyo y mi miembro cada vez mas duro y dolorido por la erección palpaba sus traseras redondeles mientras mis manos buscaban el limite de sus faldas con el derecho a tocar lo que ellas escondían, el gran tesoro que cualquier pirata desea soñar, el reino que cualquier príncipe valiente desea conquistar, una batalla entre la moral y lujuria, la razón y el corazón.

El tacto de aquel trasero era bastante suave, aterciopelado que te invitaba saborearlo en su máxima expresión, así que hice que me soltara el miembro, la empotré en la valla del jardín de un famoso chalé situado en la parte mas baja de la principal arteria de la ciudad que mitad dormitaba y la otra mitad se paseaba rezando a aquel cristo que había salido hace poco del templo catedralicio y que se acercaba a nosotros peligrosamente. 

Un olor a incienso empezaba a entrar por mis fosas nasales y una especie de cánticos inundaba mis oídos pero mis manos no se podían despegar de su turgente trasero tonificado según parece en algún gimnasio. Ya no podía mas, tenía que probarlo y subiéndole la falda le propiné un pequeño mordisco en uno de los cachetes que ella celebra con un “veo que por fin despierta la fiera que tienes dentro” y tras esto lamo el lugar donde había mordido, pero esta vez saboreando su carne turgente pasando a su no depilado sexo el cual habia solo dejado una pequeña franja de vello en forma de flecha como queriendo indicar por donde hay que introducir aquellos veinte centimetros palpitantes que me sobresalian del cuerpo. Necesitaba poseer aquel cuerpo aunque no iba a ser fácil al divisar que la procesión se acercaba.
 - Vístete, tenemos que salir de aquí- me dice intentando quitar mis manos de su trasero.
 -No puedo, tenemos que acabar con esto- Dije yo sin poder despegar mis labios de sus protuberancias.
 Y como una exhalación y con un juego de piernas me golpeó con sus muslos en la cara e hizo que tropezara y casi caiga al suelo con los pantalones bajados y mi virilidad a punto de explotar.
 Yo sumisamente me levante y me subí los pantalones, pude tomar conciencia de la gravedad de mi erección que no dejaba  que el pantalón se ajustara y como si tuviera vida quisiese salir de su encierro ya que aquel arrebato violento me había excitado mas y me ponía mas animal todavía de lo que podía estar.
 El cortejo se acercaba y para disimular saqué mi cámara de fotos y comencé a echar fotos como si fuera un devoto más o un turista que no quería perderse esa explosión de arte y devoción. No hay que decir que mientras sorteaba a aquella gente mi miembro totalmente erecto y aprisionado por la tela del pantalón se rozaba con aquellos cuerpos devotos e incluso en los lugares de mas luz alguna miraba se dirigía a la protuberancia que sobresalía de la parte central de mi cuerpo.
Aunque era una situación algo vergonzosa y por mi parte blasfema no podía bajar aquella excitación de mi cuerpo y mente, a veces para acentuar aquello que estaba haciendo acercaba mi erección a ella y se la restregaba por su divino trasero el cual se abría esperando a que aquella marabunta de piadosa gente pasase.
Por fin pudimos desviarnos de aquel sagrado cortejo y conseguimos avanzar entre la gente y poder perdernos por los recovecos de aquella ciudad milenaria que primero fue árabe, después cristiana y ahora se abre al mundo.
La Pasión volvió  a desatarse, mis pantalones volvieron a caer y su falda volvió a subir.
- Poséeme, quiero eso tan gordo dentro de mi  – Me dijo mientras suspiraba jadeante.
Eso es lo que quería escuchar y con un ágil movimiento de manos llegué hacia mi cartera y pude coger una de aquellas gomitas que te pueden salvar desde la concepción de un bebé casi segura hasta una enfermedad de trasmisión sexual...

Así que me lo coloqué tan rápido que ni si quiera yo pude tomar conciencia de lo que había y hecho y le introduje mis ardientes veinte centímetros que ella recibió un con breve quejido lastimero en aquella plaza donde se erigía un bonito parque que antes había sido un monasterio y ahora era lugar de rezo ante la imagen marinera de la patrona de la ciudad...


(Continuará)

Imágenes:

"Magdalena Penitente" de Elissabeta Sirani

´La mortificación del penitente´ de Andrés García Ibáñez 

* eximir.
(Del lat. eximĕre).

1. tr. Librar, desembarazar de cargas, obligaciones, cuidados, culpas, etc. U. t. c. prnl.

(RAE)

viernes, 17 de septiembre de 2010

Una Madrugá de Pasión (Parte III)

... Un sudor frío, me recorrió por la espalda, creí por un momento que era una trampa, que en algún momento mi vida corría peligro, no podía ser que estuviera en plena calle medio desnudo mientras una bella ninfa del cielo me estuviera asajandome, no me importaba que me sacara un puñal y me lo clavara o que me robe hasta la ropa interior, estaba tan sumamente excitado que no me importaba morir.

Volví a la realidad, estaba allí, donde había dejado mi cuerpo mientras mi mente volaba y reflexionaba, estaba en el paseo marítimo a las tantas de la madrugada y con los pantalones bajados mientras sentía como mi virilidad entraba y salía de una cavidad agradable y húmeda, ya caí en la cuenta cuando al mirar hacia abajo vi su cabellera moviéndose al compás de entrada y salida de mi miembro.

Mi respiración se iba acelerando cada vez mas cada vez sus labios carnosos y su lengua se paraban en cada milímetro de mi virilidad, ya no podía más, sentía que iba a explotar cuando esa belleza femenina me planta un beso en los labios y acto seguido penetraba su lengua dentro de mi boca dejándome sin respiración. Acto seguido su cara describió una malévola sonrisa y agarrándome el miembro y haciendo que la siga me dice.
- Ven, aun queda algo de diversión.

Yo hice el ademán de vestirme y cuando tenía el pantalón prácticamente abrochado se le ocurrió decir.

- ¿Qué haces?
- Pues que voy a hacer, me pongo el pantalón, no voy a ir así – Contesté yo.
- ¿Y de donde me agarro yo? – Contestó ella dándome un tirón obligándome a andar siguiéndola, era una mezcla de dolor por los tirones en aquella mas sensible de lo normal gracias a sus poderosos y a su vez dulces labios y excitación por la idea de la postura tan extraña que aunque ya lo había experimentado nunca en plena calle con ese miedo de ser descubierto o peor, denunciado.

De esa guisa, ella andando y tirándome de mi miembro erecto y yo siguiéndola para evitar que me mutilara comenzamos a andar en aquella húmeda y surrealista noche estrellada…

(Continuará)

Imagenes:
Daga Florentina del taller de Osvaldo Gatto
Corazón con 7 puñales de la Cofradia de las Angustias de Velez Malaga